sábado, 24 de agosto de 2013

Teófila Martinez, experta en cagarla

Sin más, os ofrezco la verdadera transcripción de la famosa cagada de Teófila Martínez, la alcaldesa de Cádiz. La verdad es que me ha costado un poco el final porque no entendía bien lo que decía, no sé si es que esta mujer habla raro o es que yo tengo mal los altavoces del PC... no me puedo comprar un ordenador nuevo por desgracia, si lo hago me quedaré sin dinero para pagar la suscripción del twitter de este mes.

"Tanto twitter y tanta opinión, oiga, que aquí lo que más llamativo es, para esta alcaldesa, es que hay gente que viene a pedir ayudas al ayuntamiento social para comer, eh, y "resuelta" que tienen una cuenta en el twitter. Que sepa yo eso cuesta dinero ¿no?

Estar… Tener… Estar eh… eh… eh… tener acceso a Internet… ¿Eso… es gratis? ¿Eso es gratis? Porque vamos, esto sí que es llamativo, pero vamos, para mí como alcaldesa el entierro de la caballa no tiene ningún problema."


Y es que el PP cada día nos da una nueva, y no es especialista en darnos una de cal y una de arena, todo lo que nos ofrece es, si no malo, cuestionable. Tenemos las fotos de los militantes del PP con banderas franquistas y haciendo poses fascistas, el escándalo de Bárcenas, la cortina de humo que han levantado contra UK con todo el rollo de Gibraltar, jueces militantes, Cospedal, Rajoy dando la cara desde una pantalla de plasma... en fin, muy vergonzoso todo.

Verdadero twitter de Teófila Martínez: https://twitter.com/teofilamartinez
Fake twitter de Teófila en clave de humor: ¡Suspendida el día 24/08/13 minutos antes de las 21:00 de la noche!

lunes, 12 de agosto de 2013

Terrible muerte en un camping de la Costa Brava

Recuerdo todos aquellos sucesos como si hubiesen acontecido hace unas horas. Por algún motivo en ocasiones nuestro cerebro graba a fuego experiencias y situaciones que nos someten a un gran estrés y nos angustian durante días.

Yo acababa de empezar a trabajar en aquel camping como auxiliar de servicios durante las noches para cubrir el turno todo el verano. Las labores de un auxiliar son muy sencillas, realizaba tareas de mantenimiento como comprobar las calderas de las duchas del camping, las cañerías y los grifos, las luces y los fusibles, los carteles de las tiendas de campaña y los coches… en fin, lo típico, amén de hacer callar al típico borracho de turno que a las 5 de la madrugada llegaba pegando berridos. Comenzaba mi turno a las 22:00 de la noche, realizaba un par de rondas para comprobar que las instalaciones funcionaban adecuadamente y a partir de las 00:00 debía informar a los clientes de que debían quitar la música y dejar de hacer ruido, lo normal en cualquier camping hasta las 6 de la madrugada, hora a la que yo salía. Las primeras noches de junio me percaté de que había una niñita sentada de cara a la pared en una de las parcelas en la que había una caravana, en uno de los extemos del camping, tocando a un bosque cercano al que no podía accederse desde dentro. La tercera noche me aproximé a la niña y le pregunté qué hacía en aquel lugar tan tarde. Al principio se asustó, y me preguntó si era un policía, cosa que me hizo mucha gracia, pero al decirle que no expresó alivio y desilusión con su cara. Me dijo que no se había portado bien y que estaba castigada, así que le desee buenas noches y continué con mi trabajo. Al día siguiente la volví a encontrar allí, así que me presenté y le sugerí que hiciese lo mismo. Se llamaba Joana, tenía 6 años, iba a la clase "dels esquirols" y era monísima, se expresaba como toda una señorita y me resultaba muy graciosa, así que decidí visitarla de vez en cuando, las noches que no hubiese mucho ajetreo y tuviese unos minutos de descanso. Noche tras noche la niña estaba ahí sentada hasta las 00:00 de la noche, y el día 19 de junio me lancé y le pregunté a mi compañero qué demonios hacía aquella niña cada tarde para estar castigada ahí hasta las tantas de cara a la pared. Mi compañero me explicó una historia terrible que desearía no haber escuchado, y es que la madre de aquella niña era una alcohólica divorciada de 43 años que vivía frustrada 8 meses en aquel camping y 4 meses en casa de su madre, de la pensión de ésta última y de la manutención de la niña. Día sí y día también aquella mujer castigaba a su hija mientras jugaba con los demás niños del camping para poder irse a emborrachar al bar, de aquella manera sabía dónde se encontraba la niña en cada momento, y si por casualidad un día llegaba y la niña no estaba le dejaba bien claro con un cinturón de cuero el lugar en el que debía esperar cada noche. Sentí tanta lástima que no volví a acercarme a hablar con ella, pero sí la saludé cada noche al pasar detrás de ella haciendo parpadear 2 veces la luz de mi linterna.

La noche del 17 de julio del año 2011 llegué a mi puesto de trabajo a las 21:45, como acostumbraba a hace para ponerme al día, pero aquella noche vi una ambulancia abandonar el camping y una patrulla de los Mossos d’Esquadra salir detrás con las sirenas apagadas. Sorprendido me dirigí a la garita en la que mi compañero trabajaba y le pregunté lo que había ocurrido. Me lo dijo como si fuera algo que todo el mundo esperaba, pero ni por asomo yo lo había sospechado. Joana era asmática y tenía alergia al polen, así que seguía un tratamiento con antiestamínicos que debía tomar cada 8 horas para que no le salieran ronchas ni irritaciones por vivir en aquel ambiente rodeada de plantas y árboles. Aquella tarde Joana había sido castigada de cara a la pared por vomitar la comida, pero lo que la desgraciada de su madre no había pensado era que también vomitó la pastilla. Su madre cerró como de costumbre la caravana y se fue al bar a emborrachar, también como de costumbre. Cuando hubieron pasado unas horas Joana empezó a sentirse mal y a tener dificultades para respirar, así que se levantó de la silla y fue a la caravana a buscar su inhalador, pero estaba cerrada y tenía prohibido alejarse de la caravana, así que volvió a su prisión sin barrotes, a observar aquel muro de piedra gris mientras sus vías respiratorias se iban inflamando más y más, hasta dejar la luz de su tráquea totalmente ocluida. En otras palabras, Joana dejó de poder respirar, aquella pobre niña de 6 añitos murió sola y desamparada, castigada de cara a la pared.

Los servicios sociales interpusieron una denuncia y su madre acabó en prisión por maltrato de menores, desatención y otros cargos que ahora no recuerdo. La caravana fue retirada del camping y fue subastada y adjudicada por tan solo 1.500€. Aquella parcela no volvió a quedar ocupada aquel verano, pero si las contiguas.

El día 19 de julio una clienta ubicada en la parcela contigua me dijo que me fijara bien porque cada noche alguien se llevaba una de sus sillas y le parecía una broma de mal gusto. Aquella misma noche volví a pasar por aquel lugar y lo alumbré con mi linterna. Efectivamente una de las sillas había sido sustraída y arrastrada hasta la zona donde se encontraba anteriormente la silla en la que pasaba las tardes Joana. Me dio un escalofrío al pensar que alguien podía ser tan idiota, como para poner una silla de cara a la pared en el mismo lugar en el que había muerto una niña hacía solo 2 días. La llevé a su sitio y continué con mi trabajo. No sé cuantas horas tardé en volver, pero al hacerlo la silla volvía a estar en aquel maldito lugar. Me acerqué tembloroso, rezando por que al llegar no apareciese nadie sentado en aquella silla, la alumbré con mi linterna y efectivamente estaba vacía. La volví a llevar a su lugar, y a las 4:30 de la madrugada volví a pasar, deseando que la silla no se hubiera movido ni un ápice, pero no fue así, la silla había vuelto a moverse hasta aquel lugar. Esta vez me acerqué alumbrando alrededor, esperando encontrar a alguien, que escondido, trataba de gastarnos a todos una broma de mal gusto. Estaba solo, así que esta vez solo le di la vuelta a la silla y la dejé mirando hacia el camino, de espaldas a la pared. Entonces la bombilla de mi linterna falló, parpadeó dos veces, y sentí un intenso frío emanando de aquel lugar.

Nunca más volví a tocar aquella silla, que por cierto siguió estando allí cada noche, de cara a la pared. Perdonad que en esta ocasión no haya puesto imágenes o fotos, simplemente no me sentiría a gusto haciéndolo.